Aunque el título de este texto suene como un juego de palabras, encierra una gran verdad para los emprendedores: es muy importante empezar por el porqué. O, al menos, eso es lo que afirma Simon Sinek en su libro “Empieza con el porqué”. Para explicar su teoría, Sinek utiliza una imagen que él denomina “círculo dorado”.
¿Qué es el círculo dorado?
El círculo dorado es una figura que está compuesta por tres círculos concéntricos. Cada uno de ellos está representado por una pregunta. El círculo exterior se refiere al “¿Qué?”. El del medio, al “¿Cómo?”. Pero el que constituye la esencia de un proyecto -y por lo tanto el más importante- es el central, donde la pregunta es “¿Por qué?”.
Empecemos por el “qué”: todos los que emprendemos sabemos qué es lo que vendemos; es decir, cuáles son los productos y/o servicios que ofrecemos, y nuestros clientes también lo saben. Y, si no lo saben… es porque no lo estamos comunicando bien ?.
El “cómo” de ese círculo dorado va un paso más allá: tiene que ver con nuestro estilo de hacer lo que hacemos, y cómo eso nos diferencia de nuestra competencia. Podemos asimilarlo a nuestra propuesta de valor diferencial. Acá ya empezamos a notar diferencias entre algunos negocios y otros, porque no todos tienen tan claro este punto. Y los que sí lo tienen claro son los que comienzan a destacarse frente a los demás.
Pero la GRAN diferencia, aquella que logra que ocurra la “magia”, la encontramos en la pregunta central: por qué hacemos lo que hacemos. Si podés responder esa pregunta, ¡felicitaciones! Vas por buen camino. De acuerdo con Sinek, muy pocas personas y organizaciones tienen una respuesta para esta pregunta. Y aquellos que la tienen, están muy por delante de los otros.
Por eso, según el autor, deberías plantearte las siguientes preguntas: ¿por qué existe tu empresa, proyecto o emprendimiento?, ¿por qué te levantás de la cama cada mañana? Y, finalmente: ¿por qué debería eso importarles a otras personas?
Si bien Sinek aclara que conocer tu porqué no es un requisito indispensable para alcanzar el éxito, sí lo es para lograr que este perdure en el tiempo. Entonces, hay otra pregunta que deberías hacerte: ¿querés un éxito momentáneo, o querés que tu emprendimiento crezca, se desarrolle y sea un referente y una inspiración para otros? Seguramente, todos vamos a coincidir en la respuesta.
Sabemos que llevar adelante un emprendimiento es una tarea ardua, llena de pequeños o grandes obstáculos que debemos superar día a día. No importa el tamaño: tu proyecto puede ser muy pequeño (aunque podemos decir que ningún proyecto es pequeño siempre que sea importante para vos), pero inevitablemente se presentarán problemas a lo largo del camino. Y, si sabés por qué hacés lo que hacés, va a ser mucho más fácil que encuentres la motivación para seguir adelante y no “tirar la toalla”.
A lo mejor te estás preguntando en qué se basó el autor para desarrollar su teoría, y podemos decir que tiene un fundamento sólido: la biología. Sinek afirma que todos los seres humanos, más allá de nuestras diferencias, compartimos una necesidad: la de “encajar”, la de sentir que formamos parte de un grupo que comparte creencias afines a las nuestras. Eso explica que a veces optemos por productos o servicios que quizá no sean los mejores dentro de su rubro, pero que transmiten una idea de comunidad a la que deseamos pertenecer.
Esto no quiere decir que no debas buscar la excelencia en lo que hacés, sino que -tan importante como eso- es que sepas comunicar por qué lo haces. Y, para eso, primero sos vos quien debe saberlo a la perfección.
Conceptos clave del círculo dorado
Sinek señala tres conceptos clave en el círculo dorado -claridad, disciplina y coherencia-, y cada uno de ellos se asocia a las preguntas que vimos antes:
- Claridad en el porqué: recién dijimos que tenés que tener muy claro el porqué detrás de tu emprendimiento. Pensemos en un examen: si no tenés claro un tema, no lo vas a poder explicar. En el mundo de los negocios (donde tenemos que rendir un examen todos los días) si no podés definir por qué existe tu emprendimiento, no lo vas a poder transmitir ni a tus colaboradores -y va a ser mucho más difícil motivarlos- ni a los potenciales clientes.
- Disciplina en el cómo: cuando tengas claro el porqué, vas a poder definir los valores que van a orientar tu negocio. Estos valores no deben ser expresados en términos abstractos, sino prácticos. Sinek señala que, por ejemplo, no es lo mismo decir “creatividad” que “pensar un problema desde todos los ángulos posibles” (o, como te contamos en otro post, «enamorarse del problema«). Esta segunda opción hace que los procedimientos sean claros para todo el equipo y que todos sus miembros puedan hacerse responsables de cumplirlos.
- Coherencia en el qué: los productos o servicios que ofrezcas tienen que estar alineados con lo que definiste acerca del por qué y del cómo. Si hay alguna inconsistencia, los clientes la van a detectar más tarde o más temprano. La autenticidad de una marca es el resultado natural de la coherencia entre sus principios y sus acciones, y es fundamental para que cualquier éxito inicial pueda mantenerse a lo largo del tiempo.
Después de haber leído este texto, es un buen momento para que te preguntes si conocés el porqué de tu negocio. Y, más aún, es una pregunta que podés aplicar a cualquier aspecto de tu vida. Recordá que, para obtener las respuestas que buscás, lo importante es comenzar por las preguntas adecuadas.